El País de los demasidos muertos
Por Rubén Díaz Avelino
México es el país de los muertos.
La muerte es parte de la vida, pero en México, la muerte es parte de la normalidad.
La muerte es tan normal en México, que ya no escandaliza ni asusta, ni sorprende.
La muerte es algo banal, sin importancia.
Pero la muerte del presidente municipal de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, sí nos sacó de la normalidad, nos escandalizó, asustó y sorprendió.
Y aunque la muerte en México ya es algo banal y sin importancia, la de Carlos Manzo ya provocó indignación porque por fin llegó la gota que derramó el vaso de agua.
En 1985, el PRI gobernaba sin sobre saltos, gobernaban los mismos y sólo cambiaban a la persona cada seis años para seguir igual.
Pero ese año, literal, al sistema político mexicano lo tumbó un terremoto, el temblor que acabó con la vida de miles de personas.
El PRI en 1985, no causó ese terremoto, claro está, pero su reacción, el desdén y la frivolidad con que respondieron, marcó el fin del otrora todo poderoso partido, supremo y dominante.
Si el PRI estuvo en el poder más años, fue porque Carlos Salinas de Gortari, logró firmar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, lo que eliminó los aranceles, trajo desarrollo y modernidad.
Pero el partido seguía debilitándose, el impacto del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, abonó contra el tricolor, perdieron el primer estado a manos del PAN y posteriormente, cuando la gente estaba acostumbrada a la corrupción y a los crímenes, vino el magnicidio de Luis Donaldo Colosio.
Ahí es en donde empezó la cuenta regresiva del expartidazo.
Perdieron una elección presidencial, y al siguiente sexenio retornaron al poder, pero la sociedad ya había cambiado y había instituciones autónomas que impedían los abusos del poder absoluto.
No tumba a un gobierno ni un terremoto, ni un escándalo, el país, es un país en donde el 90 por ciento de sus habitantes son ignorantes.
Pero en su absoluta ignorancia, estos ignorantes no perdonan los excesos, la frivolidad y el abandono.
El poder absoluto, corrompe de manera absoluta.
Al PRI lo tumbó la frivolidad, la insensibilidad, el desdén, el quedarse con la ayuda de los necesitados, abandonarlos y dejarlos solos e indefensos.
El pueblo le perdonó al PRI aliarse con el narco, lo que no le perdonó fue ser ellos mismos el poder y el narco.
Pero regresando al crimen que acabó con la vida de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, Michoacán.
Cómo actuarán, cómo administrarán el escándalo, también van a tratar de sostener al gobernador Bedolla, que, en un año, en su estado han asesinado a 10 alcaldes, y a líderes como Bernardo Bravo.
En Michoacán está el futuro inmediato del sistema político mexicano.







